El orfismo y su papel en la filosofía griega

Cuando se habla del origen de la filosofía griega, suele afirmarse que marca el paso del mito al logos, de la narración religiosa al pensamiento racional. Esta afirmación, muy controvertida, podemos aceptarla como válida en términos generales, pero siempre y cuando no olvidemos el complejo trasfondo cultural, religioso y mítico en el que se desarrolla el pensamiento filosófico.

Uno de los elementos más influyentes de ese trasfondo fue el orfismo: una corriente religiosa y mistérica dotada de un sistema simbólico, ético y cosmológico, que acompaña e influye en los primeros pensadores.

No se trata de un sistema filosófico como tal, pero el orfismo está presente en conceptos fundamentales como el alma, la purificación o la inmortalidad, que fueron tratados por filósofos de la talla de Pitágoras, Empédocles, Platón o los neoplatónicos.

Vamos a explorar brevemente sobre el origen y la proyección filosófica del orfismo, en el ámbito de la Grecia antigua y ver si su legado todavía pervive en algunos aspectos esenciales de la metafísica clásica.

  • Orígenes

El orfismo surge en Grecia hacia el siglo VI a.C., como alternativa a la religión oficial, es decir, frente a la religión cívica basada en los mitos de Homero y en los cultos públicos tradicionales.

Los textos de Homero, La Ilíada y la Odisea, contienen una visión religiosa. Aunque no eran textos sagrados en un sentido estricto, sí funcionaban como autoridad cultural y religiosa para los griegos de la época. En ambas obras, Homero retrata a una multitud de dioses (politeísmo) que viven en el Olimpo y se comportan como humanos: pasiones, envidias, defectos, favoritismos y odios. Estos dioses interaccionan con el mundo de los hombres, castigando o premiando a los humanos por sus acciones. En ambos textos, se exaltan los valores aristocráticos de los héroes que participaron en la guerra de Troya (Aquiles, Héctor, Ulises…). Estos valores aristocráticos, esencialmente, se corresponden con los valores (excelencia, virtud, honor, valentía, gloria...) de la élite guerrera de las épocas micénica y Grecia arcaica. Pero, en esos poemas homéricos, no se muestra una preocupación por la salvación del alma, como sí ocurrirá, más tarde, en el orfismo o en el pitagorismo.

Además del naciente orfismo, en ese trasfondo religioso de la Grecia arcaica, concurrían otras formas de religiosidad como la religión olímpica o tradicional (centrada en los dioses del panteón olímpico, con Zeus a la cabeza), los misterios de Eleusis (centrados en las figuras de Deméter y Perséfone), la religión dionisiaca (asociada a Dionisio, diós del éxtasis y del vino) o las predicciones del oráculo de Delfos (lugar sagrado dedicado al dios Apoco, donde se llevaba a cabo la consulta al oráculo).

Como vemos, el orfismo vino a completar el, ya de por sí, complejo panorama de la religiosidad griega en el siglo VI a. C.

  • La figura de Orfeo

Orfeo es la figura central. Es un poeta mítico que tiene la facultad de calmar a los animales y desciende al Hades para rescatar a su amada Eurídice.

El Hades se refiere tanto al nombre del dios del inframundo, como al lugar de los muertos: ese lugar subterráneo donde van las almas tras la muerte. En esta primera época, el Hades se presenta en los poemas de Homero como un lugar sombrío donde las almas vagan como si fueran sombras, sin conciencia plena. Sin embargo, más adelante, el Hades comienza a dividirse en regiones (entre ellas, los Campos Elíseos, para los justos, y el Tártaro, para los malvados)y aparecen las puertas y los guardianes míticos: el barquero, Caronte, que cruzaba las almas a través de la laguna Estigia hasta la entrada del Hades, y el perro Cerbero, que guarda dicha entrada, marcando el límite infranqueable entre el mundo de los vivos y de los muertos).

La doctrina órfica no nos la hemos encontrado como una doctrina unificada, sino dispersa en distintos textos órficos: himnos, teogonías, inscripciones funerarias, o las laminillas de oro -colocadas en el cuerpo del difunto y en las que quedan recogidas algunas de las ideas órficas más importantes-.

Todas esas fuentes, coinciden en algunos puntos esenciales que caracterizan la doctrina del orfismo: El ser humano posee un alma divina que está encerrada, a modo de prisión, en un cuerpo corruptible; La vida terrenal es un castigo por una especie de culpa originaria; La muerte no supone el fin del alma, sino el paso a una nueva encarnación; La «caída» del alma que luego tendrá que recorrer un proceso de purificación espiritual hasta que pueda llegar a la liberación (lysis), o la unión con la divinidad (henosis).

Esta religiosidad órfica tiene rasgos comunes con otras religiones orientales, como el hinduismo, pero quedó articulada en el contexto religioso griego por medio de una potente simbología propia: Orfeo, Dionisio, Perséfone, la anámnesis (recuerdo o rememoración), la transmigración, la catharsis (purficación), etcétera.

  • La reforma del alma en el orfismo

Una importante aportación del orfismo es su noción del alma. Frente a los textos de Homero en los que el alma vaga como una sombra, sin conciencia tras la muerte, el orfismo concede al alma una dignidad ontológica y moral.

Ontológica porque el alma tiene ser propio. No sólo es un principio vital, temporal, sino una realidad superior fundamental dado que su origen está en el mundo de la divinidad, aunque, temporalmente, esté caída y aprisionada en un cuerpo.

Moral porque el alma tiene una responsabilidad ética. Su misión es llevar una vida justa y puravirtuosa para su progreso espiritual y poder librarse así del ciclo de las reencarnaciones, retornando a su mundo de origen, un mundo superior. Es decir, el orfismo introduce en el alma las nociones de culpa (preparando el terreno para la idea de pecado, con el cristianismo), redención y progreso, que eran desconocidas hasta entonces en la religión griega tradicional.

Por tanto, el alma, tal y como la presenta el orfismo, tiene consecuencias filosóficas notables: ya no forma parte de un destino colectivo, sino que vive su propio drama individual de salvación o condena; además, tiene que vivir conforme a una ley moral superior; por último, el conocimiento, que en la Grecia arcaica estaba ligada al arte de hacer las cosas (tekhné) o a lo político, ahora adquiere un matiz nuevo al convertirse en un camino de purificación y salvación del alma.

Como vemos, comienza una nueva antropología espiritual que será decisiva en el pensamiento de los filósofos que vendrán a continuación.

  • Influencia del orfismo en los primeros filósofos

La primera gran recepción de la doctrinas órficas se da en Pitágoras de Samos, una enigmática figura envuelta en leyendas…

Pitágoras (570 a. C.- 495 a. C.) está a medio camino entre el filósofo, el místico, el hombre de ciencia o el líder religioso. En Crotona (Italia) fundó una escuela y lo que conocemos de su pensamiento nos ha llegado a través de sus discípulos y de tradiciones posteriores.

El pitagorismo era una combinación, entre otras cosas, de matemáticas, música, cosmología o espiritualidad. Su doctrina sobre el alma está muy próxima a la órfica: el alma es inmortal y transmigra en cuerpos humanos, animales o vegetales (metempsicosis); también cree en la vida justa como purificación del alma; o el cuerpo cuando es señalado como un obstáculo para alcanzar la sabiduría, y se considera una tumba para el alma.

Como vemos, el orfismo ofrece a Pitágoras un marco religioso. No obstante, él racionaliza dicho marco mediante su idea de que el número es el principio de todo.

Otro presocrático en el que el orfismo deja huella es en Empédocles de Agrigento. En su poema, titulado «Sobre la Naturaleza» puede leerse: «Ya fui muchacho, muchacha, arbusto, pájaro y pez mudo del mar«. Se refiere con claridad a un ser que ha caído al mundo y transmigra por diversas formas de vida, antes de la purificación definitiva. Empédocles toma esa idea de los órficos y de los pitagóricos, y la expresa de manera poética.

Pero, sin duda, donde el orfismo encuentra su traducción o adaptación filosófica es en Platón. En algunos de sus diálogos –La República, El Fedón o El Timeo– Platón elabora una teoría del alma influida con claridad por el pensamiento de los órficos. Lo esencial del pensamiento de Platón acerca del alma -asunto que daría para miles de páginas- se puede concretar en que el alma es inmortal, incorpórea y preexiste al cuerpo; la vida filosófica es una preparación para la muerte, un camino de purificación; el cuerpo es error y corrupción; el alma justa asciende al mundo de las Ideas, donde está su verdadera patria. No en vano, en su diálogo el Fedón, puede leerse esto: «La filosofía es el arte de morir, de separarse del cuerpo».

En definitiva, la doctrina de las Ideas y la reminiscencia, son una reelaboración racional que Platón lleva a cabo teniendo en cuenta los mitos órficos como el alma caída y su retorno a la divinidad. Además, por supuesto, de otras aportaciones propias de Platón en las que no vamos a entrar ahora.

  • El orfismo en el neoplatonismo y el cristianismo antiguo

Varios siglos después de la muerte de Platón, los neoplatónicosPlotino, Porfirio y Proclo- recuperarán los textos órficos integrándolos en su sistema filosófico. Con variantes respecto al orfismo original, se repiten ideas como que el alma desciende el Uno; el mundo es una degradación del principio divino; el retorno al origen, etcétera.

Por ejemplo, para Proclo (siglo V), los himnos órficos son perfectamente compatibles con la razón y deben ser usados por la filosofía como guía para la elevación espiritual.

Por otra parte, concluimos con el hecho de que algunas ideas órficas influyeron en el cristianismo primitivo: la idea del alma como prisionera del cuerpo; la culpa original (pecado) y la salvación; la resurrección del alma y el juicio después de la muerte.

Es cierto que el cristianismo nunca acogió la idea de la transmigración de las almas, pero utilizó el fondo espiritual del orfismo para transformarlo en su doctrina propia de la redención.

  • El orfismo presente en la estructura subterránea de la metafísica occidental

La influencia del orfismo -aunque no fue un sistema filosófico dominante ni explícito- también logró penetrar en los fundamentos del pensamiento metafísico occidental.

Por ejemplo: la dualidad antropológica que presenta al hombre como un ser compuesto de alma espiritual y cuerpo material; el dualismo ontológico: un mundo sensible frente a un mundo divino; la filosofía como camino de liberación y de conocimiento.

Pensadores muy posteriores, como Nietzsche o Heidegger, han señalado la herencia órfica y platónica que ha recibido la filosofía occidental, caracterizándola como una tensión entre el aquí y el más allá, entre el cuerpo y el alma, entre lo aparente y lo verdadero...

Por eso, es posible presentar al orfismo como una fuerza subterránea que contribuyó a la fundación de filosofía en occidente y también a la formulación de algunas de las ideas más profundas de la metafísica.

Incluso hoy, evocamos de nuevo a aquellas gentes, los órficos, cuando reflexionamos, al igual que lo hicieron ellos hace más de dos mil quinientos años, acerca del destino del alma, de la naturaleza del ser humano o sobre el sentido de la existencia.


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